domingo, 12 de agosto de 2012

Barreras dificultan el voto de personas con discapacidad. ElNacional

Ciudadanos en silla de ruedas deben acudir a centros inaccesibles. Quienes tienen deficiencias visuales piden el secreto del sufragio

Ariana Guevara

el-nacional.com

José Antonio Martínez se ha cambiado cuatro veces de centro de votación. La peregrinación tenía un objetivo: encontrar un sitio accesible para ejercer su derecho al sufragio. En una oportunidad, las escaleras se convirtieron en un obstáculo. Varias personas lo cargaron con la silla de ruedas hasta el tercer piso, donde le tocaba votar. Justamente, por esa dificultad, decidió registrarse en otro centro.

En la otra escuela ­la Lino de Clemente, en La California­ había rampas muy inclinadas, y cuando intentó entrar la silla se volteó. La siguiente vez tampoco tuvo mucha suerte: el centro tenía las mesas en la planta baja, pero el lugar era una especie de laberinto y se hacía incómodo pasar con la silla. Finalmente, encontró la escuela Jacinto Lara, que es más accesible.

La Constitución de la República establece que los ciudadanos pueden participar en elecciones libres, universales, directas y secretas. Sin embargo, no todos tienen ese derecho garantizado. Si bien es cierto que se da prioridad a las personas con discapacidad ­y votan sin hacer cola, por ejemplo­, eso es insuficiente.

A Martínez siempre lo han ayudado, pero cree que deben llevarse a la práctica medidas más profundas para que haya un verdadero acceso. "Sé que hay personas con discapacidad que se abstienen de votar.

Muchos dicen que para evitarse el problema de las escaleras, prefieren no participar", señala.

Rebeca Marrero, de 83 años de edad, no sabe si sufragará en las elecciones presidenciales. Su duda se debe a que en el centro de votación ­el colegio Bolívar y Garibaldi, en El Marqués­ se ha visto obligada a subir escaleras para llegar a la mesa. Lo ha hecho con dificultad, pues sufre de artrosis en la pierna izquierda y su movilidad es reducida.

Marianne Marrero, su hija, dice que siempre la han ayudado, pero que ella teme caerse. "Quisiera que tomaran medidas. Pueden instalar una mesa en la planta baja, pero no sé por qué hasta ahora no lo han hecho. En este país no se piensa en las personas con discapacidad", se queja.

En el municipio Sucre hay una muestra de centros de votación poco accesibles. Juan Carlos Buitrago, secretario de Justicia Especial de Primero Justicia para esa jurisdicción, ha sido voluntario en La California Norte en procesos electorales. Una de sus preocupaciones es el acceso.

Por ejemplo, en la biblioteca Paul Harris, que se encuentra en la plaza Lino de Clemente, funciona un centro electoral, pero necesariamente hay que subir escaleras para llegar.

Buitrago ha asistido en varias oportunidades a personas con discapacidad que votan en ese lugar.

En el colegio Cecilio Acosta, muy cerca de la biblioteca, también hay escaleras en la entrada. "Deberían colocar mesas en sitios accesibles, que sean especiales para personas con discapacidad y adultos mayores. Así ellos tienen prioridad y los centros se descongestionan", propone.

Cuando el voto no es secreto.

Frente a la máquina de votación, Vicente Emilio Ochoa no está solo. Desde que perdió la vista, hace 14 años, su hermana lo asiste en el sufragio. Ella es de su confianza, pero, de todos modos, siempre le queda la duda de que se haya respetado su opinión.

Para Juan Carlos Ortega, quien perdió progresivamente la visión desde los 17 años de edad, no hay independencia en el proceso. Cuando el voto era manual, recuerda, las personas con discapacidad visual recibían las indicaciones de los miembros de mesa y marcaban la opción sin ayuda. Pero con la automatización, señala, necesitan asistencia para manejar la máquina.

"No he tenido intimidad en el voto porque siempre hay alguien que me acompaña", confiesa Manuel Vicente Pérez, director del Programa de Rehabilitación Social de la Sociedad Amigos de los Ciegos.

Para él ­quien también perdió la visión hace 14 años­ lo ideal sería que hubiese máquinas especiales.

Dice que siempre lo han atendido bien en los centros, pero que su voto, en la práctica, no es secreto. "Si eso fuese así, pudiera estar solo. Yo tengo el mismo derecho que cualquier persona sin discapacidad".

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