sábado, 19 de mayo de 2012

Chavismo admite que Capriles le llega a 8 millones de electores

William Izarra reconoció que el clientelismo es la base de la fuerza electoral de Chávez. Criticó la subordinación a cubanos

Maru Morales

ElNacional.com

El teniente coronel William Izarra, estratega político y principal teórico del oficialismo, advirtió que si el PSUV no logra enfocar sus esfuerzos en una victoria contundente de Hugo Chávez el 7 de octubre, Henrique Capriles podría convertirse en una piedra en el zapato de la revolución que dificultaría la consolidación del proceso en los próximos seis años.

Aunque ninguno de sus escenarios dan como ganadora a la oposición en las presidenciales, llamó a los seguidores del proceso a no dormirse en los laureles que sobre sus cabezas siembran todas las encuestas de las últimas semanas.

"Si Chávez logra obtener 10 millones de votos en octubre, nosotros tendríamos la base para decir que la revolución entra en una nueva fase de consolidación; pero si la proporción es Chávez 8,4 millones y Capriles 6 millones, será mucho más complicado avanzar y no será fácil construir el socialismo", explicó. Advirtió que un exceso de confianza haría correr el riesgo de no alcanzar los 10 millones de votos y, segundo, obligaría a aceptar que el modelo capitalista seguirá coexistiendo en el escenario político nacional.

Las declaraciones de Izarra (padre) se produjeron ayer en un foro organizado por el Consejo de Trabajadores de la Asamblea Nacional. Sostuvo que la base de votos del Presidente debería ser 8,4 millones de votos, promediando los porcentajes con los que se impuso en el revocatorio de 2004 y en las presidenciales de 2006.

Indicó que una campaña eficaz y contundente podría elevar esa cifra a 14,4 millones de votos, pero para ello se requerirían cambios estructurales muy profundos para los que el tiempo juega en contra.

Por ello, planteó como meta posible trabajar para obtener 10 millones, el hito aún inalcanzado de Chávez, pero aclaró: "No serían 10 millones de votos únicamente, sino que sería necesario que fueran 10 millones de conciencias ganadas a la revolución. Con esa base sí podríamos decir que la revolución entra en una etapa de consolidación".

Revolución clientelar. Izarra, no obstante, admitió que esa meta se topa con un escollo difícil de sortear, el clientelismo, y que la revolución tiene actores pragmáticos y actores convencidos.

"El actor pragmático, que viene siendo la mayoría, son personas que generalmente responden a la bolsa de comida. Es decir, son clientes. La relación clientelar es la que se da entre un sujeto de poder y un menesteroso, en la que el sujeto de poder le resuelve las necesidades al menesteroso por la vía de recursos materiales y este le retribuye poniéndose a la orden. Pero si llega otro y le ofrece el doble, se va con ese otro. En el proceso revolucionario se evidencia el clientelismo", admitió.

Aunque aclaró que todos los que se benefician de los programas sociales no sienten una identificación con Chávez, indicó que carecen de la formación y la convicción ideológica, y en eso radica su debilidad y, por consiguiente, la de la revolución.

Acotó que si los convencidos fueran mayoría en el proceso, la realidad de la revolución sería otra, más consolidada o más cercana a la transformación de la estructura burguesa en la estructura revolucionaria.

Por eso definió tres tareas clave para el PSUV: captar a los electores sin definición político-ideológica; transformar a los actores pragmáticos en actores concientes y ahondar en su conocimiento pleno de las fuerzas antagónicas.

Temores fundados. Izarra considera que la estrategia y el discurso del chavismo debe hablarles a los no alineados, quienes podrían marcar la diferencia en las elecciones presidenciales.

"Hay 8 millones de electores que no tienen definición político-ideológica y a ellos les está llegando Capriles con un discurso que dice que si gana va a generar confianza en el empresariado. "El elector que no está formado puede pensar que eso suena bonito, que es beneficioso, aunque en la realidad va a terminar siendo desventajoso para el trabajador", apuntó.

El triunfalismo, dijo, no debe alcanzar tampoco a las elecciones regionales y municipales, pues ve con claridad la relación entre el resultado de las presidenciales y esos otros procesos. Es más, aún en un escenario en el que la oposición resulte derrotada el 7-O, podría sacar ventaja en las regionales.

"Aún hay el riesgo de que la oposición duplique las gobernaciones que obtuvo en 2008.

Podría repetir en las que ya tiene y ganar por ejemplo en Cojedes, Monagas y Lara, entre otras. Eso tendría un efecto directo sobre las alcaldías, pues hay que recordar que hay alcaldes rojos pero su accionar es azul".

Citó el ejemplo del barrio Chuparín en Anzoátegui, donde había una cancha deportiva abandonada por el alcalde chavista: "Allí llegó Leopoldo López con su partido Voluntad Popular, recuperó la cancha y ahora el barrio es opositor. López y su partido están pendientes de cualquier bache que dejemos descuidado para colarse", alertó.

Definiciones. Izarra también condenó que los intereses personales de algunos dirigentes afloren en este momento coyuntural. "No es posible que en las asambleas del PSUV haya gente más preocupada por saber quiénes serán los candidatos a las gobernaciones y alcaldías que de centrarse en la campaña de Chávez".

En conversación posterior con El Nacional, sin embargo, ratificó que en el PSUV no se estudian otras opciones para la candidatura presidencial, y reconoció que el partido podría ganar con cualquier candidato diferente a Hugo Chávez.

"Le doy dos muestras que sustentan esa fuerza: primero, la marcha del 1° de Mayo y segundo las concentraciones del Comando Carabobo en todo el país. En ninguna ha estado Chávez y la convocatoria es masiva. El PSUV es el Presidente, pero aún sin su presencia, el pueblo sabe lo que debe hacer", sostuvo.

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